martes, 10 de octubre de 2017

La vida es un ratito.

Muchas veces nos ponemos analizar etapa por etapa de nuestras vidas, a mí me pasa que cada vez que voy a cumplir años, mi memoria automáticamente días antes, remite  una linda factura y empiezo a recordar todo lo vivido, bueno o malo. Es como vertir todos los momentos, las palabras recibidas y entregadas, lo que hice o deje de hacer dentro de un cedazo e ir colándolos, intentando correr los malos y quedarme con los buenos.

En el transcurso de ese discernimiento me encuentro con personas que fueron demasiado importantes y que pensé que serían para siempre; con personas que jamás imagine que llegaran a ser parte de mi vida y con las que siempre están “no matter what”.

Y como no recordar los juegos de la vida, como ella te hace brincar cuando piensas que al fin tienes estabilidad ( pilas que la gente te dicen que esa estabilidad está en tu mente y te la creas tu misma, pero no te dice que la vida puede cambiarte de un momento a otro sin preguntarte) y se desmorona todo como un castillo de naipes. A mí me paso este año, todo lo que había construido, se desmoronó.

“Tú eres fuerte, saldrás adelante” “Peores cosas pueden pasar” “No es tan grave” y hasta un “Mejor te hubieras casado” son las frases que he recibido de mi alrededor, a veces me pregunto si realmente quiero escuchar y muchas veces la respuesta es “no quiero”. De ahí provienen mis silencios y distancias (lo que llaman ingratitud).

Son pocas por no decir, un par de personas, las que realmente entienden lo que a una persona le sucede cuando se cansa de pelear, que es fuerte, pero está cansada.

Yo me cansé. Soy fuerte, pero me cansé y me deje vencer por todo lo inimaginable. Vi agua donde había espejismos, y me la bebí; el resultado fue peor que la sed, les cuento.

Lo cierto es que el mundo no te va a decir cosas bonitas para verte de pie y la vida no va a dejar de pasar solo por esperar que te despiertes, es tiempo de dejar de esperar cosas de nuestro al rededor y empezar a crearlas nosotros mismos. La decisión está en nosotros mismos, nuestro entorno ayuda, si nos rodeamos de las personas correctas, pero somos lo suficientemente fuertes para ponernos de pie mil y un veces. Se vale cansarse mas no rendirse.

Podemos lamentarnos toda la vida, decir ya no quiero pelear más y me quedo con lo que me toca o, sacar esa fuerza que TODOS tenemos por dentro y optar por continuar, donde nos toque, pero continuar hasta lograr lo que deseamos y volvamos a ser felices construyendo de nuevo, con más esfuerzo y experiencia, pero sin tantos errores.

En este nuevo año de vida doy gracias por haber sentido cansancio, por haber sentido que mi mundo se desmoronó, por el miedo y por aceptar que fracasé. Por haberme estrellado de trompa, literal.

Gracias, porque cada ladrillo que me cayó, fue un golpe que me hizo apreciar más lo que tuve. Ese miedo horrible en el pecho, es lo que hoy me hace tener más fuerza y enfoque; sin ese sentimiento de fracaso, no tendría hoy el impulso inexplicable para continuar con mis objetivos nuevos. 

Nadie vuelve a ser igual dos veces.


¡Feliz cumpleaños a mí!

sábado, 27 de mayo de 2017

Sueltame.



Que ha cambiado en ti, en tu corazón, como has seguido tu vida después de mi amor.
Desde que no estás aquí ya no puedo encontrar eso que mal llamaba paz.

Suéltame por favor, con cada pensamiento que me das me detienes.

Con cada suspiro me llamas.
Con cada maldición, retrocedo.
Con cada explicación, me consuelo.

Déjame que me vaya y que con el atardecer me muera. Porque para resucitar necesito morir y aunque me duela el alma, tan solo pienso en irme. No quiero estar mañaña, crucificada por este imposible amanecer.