A todos los seres humanos nos ha pasado, en algún
momento de nuestras vidas, que sentimos un vació por dentro, que algo nos hace falta,
que estamos incompletos. Sentimientos inconclusos de cualquier tipo porque no
culminamos completamente capítulos de nuestras vidas y los vamos convirtiendo en eternos puntos suspensivos, dejándonos una eterna
sensación de insatisfacción.
El perdón que no dimos, el adiós
que no dijimos, un te amo que nunca expresamos y hasta el golpe que no fuimos
capaces de dar por miedo a expresar lo que sentimos. Es entonces la gran
pregunta que tal vez todos tenemos pero tampoco somos capaces de hacernos: ¿Por
qué tememos expresar lo que sentimos?
Exitosos profesionales, humanos
brillantes con capacidades increíbles, descubridores y conquistadores de mundos
desconocidos son capaces de inventar maravillas pero no de expresar claramente
lo que sienten. Sin duda el universo fue generoso con todos nosotros
regalándonos miles de virtudes que se
equilibran con defectos, pero aún con todas estas cualidades somos incapaces de
contestarnos preguntas sencillas como la citada en mi párrafo anterior y
preferimos echar tierra sobre el sentimiento y llenarlo de “tierra nueva” inventando felicidades aparentes con memorias
convenientes.
Siempre he creído que cada ser
humano expresa su valentía de modos particulares, pero es ahora cuando compruebo
que somos mucho más valientes cuando queremos
empezar algo, que cuando queremos terminarlo. Nos vivimos cobijando en
el “siempre hay una nueva oportunidad” “el sol sale cada día” “en la vida hay
que pasar las páginas” pero eso aplica solo para quienes terminan sus
pendientes, no para quienes dejan inconclusos sus sentimientos, porque lo cierto es que en la vida hay que
pasar las páginas, cerrar libros y clausurar ciertas bibliotecas (si es
necesario pero todo junto!) no prostituyamos los refranes señores por favor.
Cada ser es especial y cada uno
de nosotros tiene conocimiento de lo que vive y de porque tiene puntos
suspensivos en sus historias (porque TODOS los tenemos), así que, dejo plasmada
mi verdad en estas letras: Aquí no existe una fórmula mágica, no hay cursos de
motivación o auto superación, no hay sectas, religión, convivencias, libros o
Fe que sirva para convertir esos puntos en invisibles o borrarlos de la memoria
por temor a sentir, la “caja de pandora” siempre se abre, siempre.
Ese borrador que necesitamos
somos nosotros mismos dispuestos y valientes; la única Fe que nos servirá es la que tenemos para creer que
si podemos superar todo lo que nos convirtió en temerosos, y si creemos en
algún poder superior sería bueno agarrarse de El solicitándole mucha fortaleza,
paciencia y templanza para continuar
poco a poco por el camino que nos llevará a encontrar esa llave que nos hará
libres para empezar sobre bases nuevas y limpias; no hay imposibles cuando
queremos con convicción.
No hay verdades absolutas de las experiencias
o temas sobre la vida, las palabras escritas
son solo apreciación mía, aunque si ya hice referencia a la verdad me la
tomo y culmino: No conozco una sola historia de éxito que termine con puntos
suspensivos, todas terminan con un punto final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario