lunes, 14 de julio de 2014

Ellas saben quienes son.


Desde hace algún tiempo tenía ganas de escribir algo referente a ellas pero son tan maravillosas que no sabía cómo, ni por dónde empezar a expresar todo lo que siento pues tienen tantas virtudes como estrellas existen en el cielo.

Ellas son mis hermanas de la vida, esas que no tienen mi sangre o mismos padres,  no son la familia que me toco, sino la que elegí y se originan del más hermoso de los sentimientos, vienen del amor.
Tengo hermanas desde la escuela-colegio con las que aprendí a escribir y me avergoncé mil veces por ese uniforme horrible que nos tocó usar durante casi 13 años.  Con las que compartí secretos de amor y aventuras inocentes. Eran más de diez  y aunque no todas quisieron acompañarme en este largo camino, las recuerdo con tanto amor y ternura  que es inevitable dejar de nombrarlas.

Dicen que el amor lo puede todo y que resiste cualquier situación,  por eso  cada vez que veo una foto donde están las “más de 10” siento nostalgia y me cuestiono a mí misma ¿por qué no dimos más?  Quisiera poder revivir lo felices que éramos juntas pero ahora solo repito esos recuerdos en mi mente y los guardo como un tesoro en mi corazón.  

Hoy escuchaba el tema “Como hemos cambiado” de Presuntos Implicados y no puede evitar las lágrimas que son la más limpia expresión de los anhelos de mi corazón; el desea que la parte que dice “…tal vez si tú y yo queremos, volveremos a sentir aquella vieja entrega…” se haga realidad algún día, en algún momento.

Pero no todo es nostalgia y recuerdos,  las que quedamos vivas de todo este “proceso”, por darle un nombre a lo que ha pasado, seguimos creciendo juntas y tenemos cada día una nueva aventura que me hace sentir un lazo inquebrantable por haber superado las adversidades. No nos dejamos vencer por nuestros egos y rencores y me encanta tenerlas, contarles mis vivencias sin vergüenza o miedo a recibir una crítica a mis espaldas. Las que hoy están conmigo han superado la fría barrera de la distancia y aunque no las vea tanto como quisiera, existe la avanzada tecnología que sabemos usarla muy a nuestro favor (cuando realmente se quiere, se puede).

Es increíble ver crecer a mis chicas, estoy tan orgullosa de sus pasos, sus logros, sus éxitos como mujeres, profesionales y  madres porque todas son mujeres de bien  que aportan al mundo desde su pequeño espacio de vida. Las que son madres cuentan con mi especial admiración porque desde muy jóvenes decidieron dejarlo todo por entregarse a esta labor sacrificando miles de experiencias  y sé que no se arrepienten ni un minuto de su elección pues siempre las veo llenarse de felicidad al ver los inocentes rostros de mis sobrinos. ¡Valientes hermanas Dios me dio!

Tengo a mis amores que esperaron un poco más para entrar en el tema de la maternidad, a ellas que hoy están en este proceso,  estoy  segura que les irá de maravilla; la felicidad y ansia con la que desean conocer a mis chiquitos es indescriptible. No saben la dicha y bendición que siento de poder estar a su lado viviendo esta nueva etapa.  

También tengo una hermosa  “familia disfuncional” esas amigas que sin querer y por miles de razones las siento como ángeles que  aparecieron inesperadamente  y que se han ganado un espacio tan importante como mis hermanas de la infancia. Con ellas convivo a diario, y son mi familia porque al estar lejos de mis padres y hermano se han convertido en mis ojos cuando no puedo ver, mi alegría (porque sí que son ocurridas) y mi fortaleza para seguir adelante cuando me siento vencida por las penas del corazón. Ellas siempre me brindan ese cariño indescriptible que tiene una familia  y confió tanto que tengo la certeza de que no van a fallarme jamás porque llegaron para quedarse.

Todas estas mujeres que he mencionado brevemente en este texto son mis hermanas del alma. Las amantes de gatos y zapatos,   esas que cuidan sus cuerpos para  siempre verse bellas y que les encanta una buena fiesta hasta el amanecer tanto como leer un buen libro de Márquez o Benedetti. 

A unas les gusta las estadísticas y  los números,  y a otras las leyes o el marketing. Disfrutan de un buen vino, de un ron o de un pisco chileno.  Les encanta viajar por el mundo y saben apreciar la belleza masculina.
Tienen diferencias  por eso las tengo juntas pero no revueltas, pero todas  coinciden siempre en un hecho importante, me cuidan el alma.

Estas increíbles mujeres tienen corazones maravillosos, nobles, valientes, humildes y generosos porque me han dado tanto amor, me hicieron parte de sus vidas confiándome sus más íntimos secretos y  de sus familias sin preguntarme por apellidos.

Estos lazos de amor que tengo con cada una de ellas son tan fuertes porque se han sembrado con respeto y se riegan día a día con lealtad, amor y compromiso.

A mis amigas que estuvieron en una etapa y que ahora no están, a las que comparten mis días tristes, secan mis lágrimas y escuchan mis errores. A las que están  desde siempre. A todas ellas que verán a mis hijos como suyos y que seguirán compartiendo este largo camino que llamamos vida. A todas les dedico estas líneas, ellas saben quiénes son.

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