Desde hace algún tiempo tenía
ganas de escribir algo referente a ellas pero son tan maravillosas que no sabía
cómo, ni por dónde empezar a expresar todo lo que siento pues tienen tantas
virtudes como estrellas existen en el cielo.
Tengo hermanas desde la escuela-colegio
con las que aprendí a escribir y me avergoncé mil veces por ese uniforme
horrible que nos tocó usar durante casi 13 años. Con las que compartí secretos de amor y aventuras
inocentes. Eran más de diez y aunque no
todas quisieron acompañarme en este largo camino, las recuerdo con tanto amor y
ternura que es inevitable dejar de nombrarlas.
Dicen que el amor lo puede todo y
que resiste cualquier situación, por eso
cada vez que veo una foto donde están las
“más de 10” siento nostalgia y me cuestiono a mí misma ¿por qué no dimos más? Quisiera poder revivir lo felices que éramos
juntas pero ahora solo repito esos recuerdos en mi mente y los guardo como un tesoro en mi corazón.
Hoy escuchaba el tema “Como hemos
cambiado” de Presuntos Implicados y no puede evitar las lágrimas que son la más
limpia expresión de los anhelos de mi corazón; el desea que la parte que dice
“…tal vez si tú y yo queremos, volveremos a sentir aquella vieja entrega…” se
haga realidad algún día, en algún momento.
Pero no todo es nostalgia y
recuerdos, las que quedamos vivas de
todo este “proceso”, por darle un nombre a lo que ha pasado, seguimos creciendo
juntas y tenemos cada día una nueva aventura que me hace sentir un lazo
inquebrantable por haber superado las adversidades. No nos dejamos vencer por
nuestros egos y rencores y me encanta tenerlas, contarles mis vivencias sin vergüenza
o miedo a recibir una crítica a mis espaldas. Las que hoy están conmigo han
superado la fría barrera de la distancia y aunque no las vea tanto como
quisiera, existe la avanzada tecnología que sabemos usarla muy a nuestro favor
(cuando realmente se quiere, se puede).
Es increíble ver crecer a mis
chicas, estoy tan orgullosa de sus pasos, sus logros, sus éxitos como mujeres,
profesionales y madres porque todas son
mujeres de bien que aportan al mundo
desde su pequeño espacio de vida. Las que son madres cuentan con mi especial
admiración porque desde muy jóvenes decidieron dejarlo todo por entregarse a
esta labor sacrificando miles de experiencias y sé que no se arrepienten ni un minuto de su
elección pues siempre las veo llenarse de felicidad al ver los inocentes
rostros de mis sobrinos. ¡Valientes hermanas Dios me dio!
Tengo a mis amores que esperaron
un poco más para entrar en el tema de la maternidad, a ellas que hoy están en
este proceso, estoy segura que les irá de maravilla; la felicidad
y ansia con la que desean conocer a mis chiquitos es indescriptible. No saben
la dicha y bendición que siento de poder estar a su lado viviendo esta nueva
etapa.
También tengo una hermosa “familia disfuncional” esas amigas que sin
querer y por miles de razones las siento como ángeles que aparecieron inesperadamente y que se han ganado un espacio tan importante
como mis hermanas de la infancia. Con ellas convivo a diario, y son mi familia
porque al estar lejos de mis padres y hermano se han convertido en mis ojos
cuando no puedo ver, mi alegría (porque sí que son ocurridas) y mi fortaleza
para seguir adelante cuando me siento vencida por las penas del corazón. Ellas siempre me brindan ese cariño indescriptible
que tiene una familia y confió tanto que
tengo la certeza de que no van a fallarme jamás porque llegaron para quedarse.
Todas estas mujeres que he
mencionado brevemente en este texto son mis hermanas del alma. Las amantes de
gatos y zapatos, esas que cuidan sus cuerpos para siempre verse bellas y que les encanta una buena
fiesta hasta el amanecer tanto como leer un buen libro de Márquez o Benedetti.
A unas les gusta las estadísticas
y los números, y a otras las leyes o el marketing. Disfrutan
de un buen vino, de un ron o de un pisco chileno. Les encanta viajar por el mundo y saben
apreciar la belleza masculina.
Tienen diferencias por eso las tengo juntas pero no revueltas, pero
todas coinciden siempre en un hecho
importante, me cuidan el alma.
Estas increíbles mujeres tienen corazones
maravillosos, nobles, valientes, humildes y generosos porque me han dado tanto
amor, me hicieron parte de sus vidas confiándome sus más íntimos secretos y de sus familias sin preguntarme por apellidos.
Estos lazos de amor que tengo con
cada una de ellas son tan fuertes porque se han sembrado con respeto y se
riegan día a día con lealtad, amor y compromiso.
A mis amigas que estuvieron en
una etapa y que ahora no están, a las que comparten mis días tristes, secan mis
lágrimas y escuchan mis errores. A las que están desde siempre. A todas ellas que verán a mis
hijos como suyos y que seguirán compartiendo este largo camino que llamamos
vida. A todas les dedico estas líneas, ellas saben quiénes son.
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