“…y cuando pensé que nuestro amor se había acabado, removí las brasas… y me quemé las manos...”.
(Pero…debe quemar?).
Este tipo de metáforas me inspiran para analizar el entorno y mi persona entendiendo que no todos los casos son iguales.
Remover las brasas de aquel cuya llama está en peligro de extinción, me hace imaginar el paso rápido de nuestra mano por las cenizas para no permitir que la llama se apague usando esta medida extrema para evitarlo. Pero pienso a la vez, que en nuestro bien intencionado intento, el fuego nos quema y deja huellas.
En mi mente daba vueltas y vueltas la frase citada y llegue a una conclusión: Defender nuestros sentimientos por la persona que amamos a veces confunde, a nosotros y a nuestra pareja.
Ahí les voy...
Que el amor todo lo puede, sí. Que el amor todo lo cambia, no. Es increíble como a veces podemos sembrar aquella falsa idea en nuestra razón y dejarla que se convierta en una ilusión de nuestro corazón, con la esperanza de que los demás cambien por el amor que sentimos por ellos, convirtiendo al amor una especie de pócima mágica.
Nadie cambia porque lo amemos más. Desde mi razonamiento expreso que los cambios verdaderos se hacen porque sabemos, y lo más importante, reconocemos que hay una falla en nuestro accionar que nos está imposibilitando el dar de manera correcta y justa, generando de esta manera el deseo corregirla para nuestro bienestar.
Pero en el día a día lo hacemos todo de forma diferente. Metemos las manos en las cenizas y tocamos en el fondo aquel calor, agitamos el aire, removemos las brazas y logramos revivir el fuego. Pero olvidamos que en el trayecto nuestra mano pasó por cenizas y que al llegar al origen del fuego se quemó y lastimó, y pensamos que fue la única manera de sentir que estaba viva la llama. Y luego no curamos correctamente nuestra herida y dejamos las cenizas en el mismo sitio.
El fuego comienza nuevamente su proceso de extinción y fallamos una vez más al creer que si metemos la mano de manera diferente,( pero en las mismas cenizas) esta vez no nos vamos a quemar. FALSO.
Amar sin miedos, desconfianza y pensamientos negativos que nos distraigan de lo positivo, es permitir que la llama del amor se avive con “vientos” de respeto, generosidad, compresión y bondad. La pareja debe estar en pleno conocimiento de que la leña se va a consumir todo el tiempo y se convertirá en cenizas, pero que para mantener el fuego deben de estar alertas.
Se necesita una limpieza permanente de las cenizas para que no obstruyan y dejen el camino libre para colocar las leñas y de esta manera mantener el fuego vivo emanando el calor que solo el amor sano y positivo puede emitir.
Cometer el venenoso error de amar y respetar solo cuando creemos que la otra persona lo merece no mantiene el fuego, y perdonar los errores del otro pero recordando con dolor generando resentimiento nos convierte en obstructores, en cenizas. El fuego no tiene que quemarnos si lo mantenemos con dedicación.
Alguna vez escribí : “El amor más que un sentimiento, es una decisión”. A medida que transcurre el tiempo mi teoría se sigue alimentando porque la decisión de amar es un proceso sin fin.
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